sábado, 7 de abril de 2018

Engañando al cerebro

¿Puede la realidad virtual ayudar a tratar algunas patologías? Un equipo de profesionales ha patentado un método que se está aplicando con éxito: combinar realidad virtual con las denominadas 'neuronas espejo'


«Las mentes de los hombres son espejos reflejados en uno mismo»
David Hume, filósofo (1756)
Cuando en el año de 1996 el doctor Giacomo Rizzolatti descubrió en el cerebro del mono lo que él denominó como neuronas espejo, estoy convencido de que en aquel momento ni él ni su equipo imaginaron que aquel hallazgo iba a suponer una verdadera revolución en el ámbito de las Neurociencias; y ni mucho menos que aquello le iba a suponer la concesión del Premio Príncipe de Asturias en el año 2011.
Como algunas veces sucede en el mundo de la investigación científica, el llamado fenómeno casualidad (léase, por ejemplo, el descubrimiento de la penicilina por el doctor Fleming) le ocurrió probablemente a este investigador italiano de la Universidad de Parma cuando casualmente observó que en el momento en que uno de sus primates estaba cogiendo un plátano de la mesa, los electrodos que tenía implantados en su cráneo comenzaron a registrar una potente actividad eléctrica procedente de un área concreta de su cerebro. Pero lo más sorprendente fue que esa misma actividad eléctrica se desencadenaba en la misma región cerebral del mismo mono cuando éste se limitaba a observar –sin inmutarse– ejecutar esa misma acción al investigador. Pues bien, a esa red neuronal que se activaba, tanto cuando el mono ejecutaba la acción como cuando solo se limitaba a observarla, se denominó neuronas espejo.
A partir de este descubrimiento, tanto el doctor Rizzolatti como otros neurocientíficos desperdigados por el mundo, continuaron esta línea de trabajo hasta conseguir demostrar que esas mismas neuronas espejo que se estimulaban en los primates son prácticamente equiparables a las de la especie humana tanto desde el punto de vista anatómico como funcional. A la luz de estas investigaciones, hoy en día ya podemos afirmar que si la especie humana no dispusiese de las neuronas espejo no existiría tampoco el fenómeno de la imitación o de la empatía cuando vemos a otra persona realizando una determinada acción (yo me río, tú te ríes; yo bostezo, tú bostezas; yo lloro, tú lloras). Sin ellas, nadie se estremecería ante las escenas tristes o alegres que pudieran representarse en el cine, en el teatro o en la televisión. No se produciría, en suma, ese contagio emocional por el que una persona adoptaría los sentimientos de la otra. En suma, no podríamos intuir lo que nuestro semejante piensa, lo que va a hacer o está haciendo, o lo que está sintiendo en ese momento.
En paralelo al descubrimiento de las neuronas espejo y de sus propiedades, se ha ido introduciendo recientemente en este loco mundo de la tecnología cuasi mágica, una nueva forma de enfrentarse al mundo real a través de lo que hoy se denomina como realidad virtual. Un sistema diseñado con sofisticadas técnicas de neuroimagen que consigue suplantar o engañar a nuestro cerebro creando un entorno de escenas de apariencia real a través de un lenguaje tridimensional. Un entorno que se ha logrado utilizando dispositivos o gafas que permiten, a través de imágenes en 3D, recrear un mundo interactivo que puede aplicarse, por ejemplo, para mejorar el rendimiento físico y psíquico del deportista; para comprar una casa conociendo sus interiores y exteriores antes de construirla; para entrenar a los astronautas simulando un escenario anti-gravitatorio en tierra; o para y en lo que se refiere a mi profesión médica poder aplicarla como elemento de aprendizaje en la formación de especialistas en medicina y cirugía.

Revolución

Si nos referimos más concretamente al mundo de la investigación biomédica, la gran revolución se está produciendo en estos momentos al haber conseguido «conjugar y complementar a las neuronas espejo con realidad virtual». Una conjunción que nos está proporcionando soluciones muy alentadoras para tratar enfermedades (fundamentalmente de origen neurológico) hasta hace muy poco tiempo consideradas como inaccesibles. Se trata, en suma, de un nuevo concepto terapéutico donde la suma de las neurociencias, la informática y la ingeniería biomédica se han aliado para conseguir engañar al cerebro del paciente logrando generar en él una ilusión de movimiento que realmente no tiene. De esta manera se logra, a través de la aplicación de diversos estímulos electromagnéticos, acústicos o visuales, despertar a las neuronas espejo del paciente para que éstas den la mano a sus neuronas hermanas localizadas en el tejido nervioso dañado con el fin de repararlo en la medida de lo posible, mejorando así su actividad motora y sensitiva.
La aplicación de estos trabajos al ámbito clínico ha propiciado que un equipo español comandado por la doctora Ortín –en colaboración con la empresa The Vrain– hayan patentado hace tan solo unos meses lo que hoy se denomina como Método Foren; un método que combinando la realidad virtual con las neuronas espejo, se está aplicando con éxito en su Clínica de Neurorrehabilitación ubicada en Madrid; una clínica donde tratan fundamentalmente pacientes con patologías neurológicas diversas (accidentes vasculares cerebrales, Parkinson, esclerosis múltiple etc). Como reconocimiento a su trabajo, el Método Foren ha sido premiado recientemente en Amsterdam y en Berlín (por delante de gigantes como Microsoft o National Geographic) con los premios Halo Awards que se otorgan a los mejores trabajos que aplican la realidad virtual en el campo de las neurociencias. En el plano personal, mi satisfacción ha sido doble porque mi equipo no solo ha tenido la oportunidad de conocer y aprender esta técnica de neurorrehabilitación virtual en la clínica de la doctora Ortín sino porque, tras haber llegado a un acuerdo de colaboración con su empresa, acabamos de implantar el Método Foren en nuestra Clínica Arthros de Vigo para tratar pacientes con movilidad reducida por causas de origen preferentemente neurológico.
Y para finalizar, me gustaría tratar de explicar cuáles son las razones por las que al hablar sobre neuronas espejo y realidad virtual me pregunto si su combinación supone una la luz al final del túnel. Es difícil, pero es muy probable que ello tenga mucho que ver con unas declaraciones que realicé hace unos años cuando me preguntaron sobre si había tenido alguna experiencia con pacientes que en los umbrales de la muerte hubieran visto esa luz al final del túnel. Contesté que recordaba tres casos operados por mí que me describían con total coincidencia y exactitud su tránsito por ese túnel y sobre las sensaciones que sintieron al acercarse a esa luz cegadora y atronadora que se encontraba en su final. Comenté también que existían trabajos electrofisiológicos que demostraban que cuando el paciente inicia su tránsito hacia la muerte, sus neuronas cerebrales experimen- taban un extraordinario gasto de energía (probablemente para rebelarse contra su destino) que cesaba cuando se certificaba su muerte clínica.

Duda

La gran duda (no olvidemos que desde el principio de los tiempos todas las religiones han surgido por el miedo a la muerte) radica en la falta de respuesta a una serie de inquietantes y desconcertantes preguntas como: ¿qué ocurrirá cuando atravesemos esa luz al final del túnel de manera definitiva? ¿Realmente esa energía extra que libera las 100.000 neuronas que habitan en nuestro cerebro se mantendrán viviendo en el cosmos de forma indefinida una vez atravesado ese túnel? ¿Tendrá esa energía capacidad para comunicarse con los que todavía seguimos en este mundo o simplemente se convertirá en la nada?
Todos los que creemos en la ciencia, sabemos que sus misterios e interrogantes se desvanecen cada día con mayor certeza y rapidez. Por eso cuando observamos y asistimos a su vertiginoso avance percibimos que algo muy importante está cambiando en nuestra forma de plantearnos la vida, en nuestra manera de relacionarnos con el mundo que nos rodea; e incluso poniendo en duda muchas de nuestras creencias más íntimas y profundas. Es por ello que no sería de extrañar que fenómenos como la realidad virtual o las neuronas espejo se estén dando la mano en algún lugar del universo para ayudarnos a enfrentarnos a esa luz al final del túnel sin tanto miedo y tanta desesperanza.
*[J.M. Otero Vich es neurocirujano]

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